Aprovechamos las vacaciones de Semana Santa 2013 para hacer una escapada (necesaria mas que nunca) a Castilla La Mancha. La bicicleta en el maletero, dispuesto a subir 2 de los grandes de la provincia y la comunidad manchega (Alto Rey y La Quesera).
Para empezar llegamos a la población de Villares de Jadraque en plena Serranía al norte de Guadalajara, desde donde iniciaremos la ascensión. Por cierto, hoy estreno equipación. Patrocinada por SVN Ingenieria.
La subida se inicia en esta población en dirección a Bustares. Los primeros kilómetros son suaves tendidos al 4% de media hasta que se llega a una zona de descanso en el 5º km que coincide con unas casas bastante bonitas en ruinas (Ruinas de Corvacho).
Al fondo en la montaña se pueden ver perfectamente los repetidores hasta donde tenemos que llegar. Aun nos queda mucho.
Pasado este tramo, empieza de nuevo la subida durante otros 3 km al 4% hasta que. llegamos a la población de Bustares. A partir de aquí ya no hay descanso y vamos incrementando la pendiente. El primero al 6%, el segundo al 7%.
Poco después llegamos al cruce a la derecha que nos lleva por una carretera mal asfaltada (medio hormigonada) hacia la Ermita Alto Rey.
Van a ser 3 km. muy exigentes: 10.2, 9.5, 8.5% respectivamente. Con rampas de 500 metros del 11,4%.Vamos,muy durito. Aquí habrá que tomar aire y apretar los riñones para poder seguir en la bicicleta.
Finalmente, llegamos a una zona donde se encuentra un cartel de prohibido el paso. A la derecha un pequeño camino embarrado que lleva directamente hacia la Ermita y un repetidor. Con bicicleta de carretera no se puede acceder. La altura final alcanza los 1768 metros. La ermita está a 1850.
Desnivel acumulado de 731 metros.
La leyenda cuenta que el Señor y brujo de una tribu prerromana, poseedor de riquezas y de un extenso territorio entre las tierras de lo que hoy son las provincias de Zaragoza, Soria y Guadalajara, enviudó y tuvo que hacerse cargo de sus tres hijos, que se llevaban muy mal, guiados por la envidia y la codicia por conseguir la herencia de su padre. Las duras peleas entre los hijos iban siendo cada vez más frecuentes, hasta que el padre, harto de las riñas entre sus hijos, decidió cargarles una maldición eterna de tal manera que pudieran verse pero no hablarse, convirtiéndoles así en tres altas montañas que situaría a cada extremo del territorio para que sirviera de ejemplo para tribus cercanas: el mayor, Moncayo; el mediano, Ocejón, y el pequeño, Alto Rey.
Mucho tiempo después, un niño subió al Alto Rey, el menor de los tres hermanos, y pudo contemplar la vergüenza con la que se mostraban los hermanos.
En la ermita situada en la cima del Alto Rey se puede contemplar un grabado en la piedra en la que se muestran tres cabezas situadas las unas de las otras de la misma manera que se sitúan geográficamente el Moncayo, el Ocejón y el Alto Rey.
Los datos del Garmin se encuentran aquí: